De este modo, podemos entender que el cerebro es un órgano vital y que, si falla irreversiblemente, la persona fallece.
Al momento del ingreso en un centro asistencial, toda persona con daño cerebral grave se encuentra asistida artificialmente con máquinas para que su cuerpo pueda funcionar y, de esa manera, el cerebro no muera rápidamente. Sin embargo, a pesar de todas las acciones realizadas para lograr su recuperación, puede evolucionar a la muerte por criterio neurológico.
Para el diagnóstico y confirmación de la muerte por criterio neurológico, existe un protocolo riguroso. La ley chilena de donación y trasplante exige que esta certificación sea realizada por dos médicos: uno/a que se desempeñe en el campo de la neurología o neurocirugía y el/la médico tratante o de turno. Ninguno podrá formar parte del equipo que haya de realizar el trasplante.
De este modo, se realizan una serie de pruebas para verificar el daño neurológico de las y los pacientes, que finaliza con el Test de Apnea. Éste consiste en verificar que la persona no respira, es decir, que el mantenimiento es solo artificial. Si, durante la realización del Test de Apnea, la persona no respira, se da paso a la certificación de la muerte por criterio neurológico.
En los casos que el equipo médico considere que las pruebas o evaluaciones realizadas no son concluyentes, podrá utilizar otras pruebas complementarias, de acuerdo a los protocolos institucionales vigentes.
Es importante entender que, a pesar de todos los esfuerzos efectuados por el equipo de salud, si ocurre el fallecimiento y la persona aparece en calidad de donante en el Registro Nacional , las acciones se destinarán a preservar sus órganos para hacer valer dicha voluntad, como parte de los cuidados de fin de vida.
El soporte orientado a la donación de órganos y tejidos mantiene el funcionamiento de éstos por algunas horas, los que inevitablemente cesan su funcionamiento a raíz del fallecimiento. Este procedimiento tiene exclusivamente el objetivo de conservar órganos y tejidos para que puedan ser donados, pues nunca es posible revertir la muerte.
La forma en que aprendemos el concepto de muerte está generalmente asociada a cuando "se detiene el corazón", lo que podemos ver en películas, libros y otras expresiones culturales. Esto corresponde al criterio cardiovascular.
Sin embargo, también existe el criterio neurológico que los equipos de salud utilizan para determinar la muerte de una persona, es decir, cuando el cerebro deja de funcionar de manera irreversible.
Uno de los problemas para asimilar la muerte de una persona por criterio neurológico es que, como nuestro aprendizaje sobre la muerte está comúnmente asociado al criterio cardiovascular, creemos que el cuerpo debe estar frío, rígido, sin movimientos.
Sin embargo, cuando una persona fallece por criterio neurológico aún le quedan algunos movimientos reflejos, los que son movimientos involuntarios que se originan en la médula espinal y no en el cerebro.
Por otra parte, cuando quien falleció es donante, la conexión a ventilación mecánica continúa para que se cumpla su derecho de donar órganos y tejidos. Todos esos movimientos nos pueden hacer creer que son signos de vida, sin embargo, la persona está clínica y legalmente fallecida.
De este modo, el momento de la desconexión a las máquinas no representa el fallecimiento, pues aquello, lamentablemente, ya es un hecho previamente confirmado.
Finalmente, ya sea por criterio cardiovascular o neurológico, la muerte es una sola. En Chile, la mayor parte de la actividad de donación y trasplante se basa en el último criterio de muerte, por lo que es importante que como sociedad conozcamos de qué se trata y tengamos claridad sobre nuestras voluntades en caso de enfrentarnos a dicho escenario.